El único destino seguro del cualquier tren de vida que uno decida llevar es la muerte. Da igual el tren que elijas. Igual que todos los caminos llevan a Roma, todas las vidas llevan a la muerte. Hay una frase de alguien que dice que la vida es una enfermedad de transmisión sexual que sólo se cura con la muerte. Es verdad.
Sin embargo, eso no hace menos relevante el tren que elijamos, como parece pensar mucha gente ahora; en el viaje de la vida, siendo el destino final único y conocido, lo que de verdad importa es el camino y cómo lo recorramos.
Por eso la vida es para vivirla, pero de verdad. Sí es una cuestión de intensidad ("Sprimere" en italiano es exprimir), pero también de calidad. Y medir la calidad vital exige una medida sencillísima. La felicidad. Una persona feliz es la que vive una vida plena. Y sobre esto podría escribir durante meses y se ha escrito casi todo; baste decir lo obvio para cualquiera que haya vivido un poco: felicidad y placer no son lo mismo. Véase el artículo de S Mc.Coy sobre los beneficios para la sociedad y las personas de la crisis económica que vivimos. Es impresionante, pero necesitamos un poco de frugalidad y de austeridad. Dejaremos de mirarnos el ombligo.
Está claro que el recorrido lo elegimos nosotros. Ante la frase típica "las vueltas que da la vida...", la abuela brasileña de un conocido replicaba: "NO. LAS VUELTAS QUE DAMOS NOSOTROS...". Márcate un rumbo y síguelo. Que seas ambicioso, divertido y que te haga crecer, que deje mucho sitio para los demás y poco para ti, así no te crecerá mucho el ego...
Cada uno decide qué subir a su tren o dejar en el andén. Por eso la vida es una cuestión de decisiones. Hoy le decía a dos amigos que he decidido vivir más de lechuga en el vegetariano que de jamón en el sandwich. Ellos lo han entendido. Es una decisión propia y disfrutaré o sufriré sus consecuencias. En los cursos de escribir guiones, me dicen mis amigos Pepito y Antonio, te enseñan que un personaje no es lo que dice, ni lo que piensa, sino simple y llanamente lo que hace. Yo ya sé lo que quiero ser y cómo. Hay gente que le cuesta años averiguarlo; otras nunca lo hacen; otras nunca se lo preguntan. Creo que una amiga lo ha descubierto en un viaje a Sudáfrica esta Navidad. Tengo curiosidad por ver qué me cuenta.
Mi amiga Sole me enseño que los psicólogos en Argentina (supongo que aquí también) te hacen a veces utilizar una técnica para verte, para observarte a ti mismo de la manera más objetiva. "Usá la camarita", te dicen para obligarte a hacer el ejercicio de observarte en tu día a día. ¡Qué gran ejercicio! Yo lo hago de vez en cuando. Y tú, ¿lo haces? ¿Te gusta lo que ves?
Una última reflexión: En los cursos de técnicas de comunicación se enseña que no se puede no comunicar. Que hasta el silencio dice algo. En la vida pasa lo mismo: hasta la indecisión es una decisión. Apúrate, no pierdas tu tren. (Por cierto, magnífica la versión del grupo murciano Superocho de este temazo de J. Luis Perales).
Sin embargo, eso no hace menos relevante el tren que elijamos, como parece pensar mucha gente ahora; en el viaje de la vida, siendo el destino final único y conocido, lo que de verdad importa es el camino y cómo lo recorramos.
Por eso la vida es para vivirla, pero de verdad. Sí es una cuestión de intensidad ("Sprimere" en italiano es exprimir), pero también de calidad. Y medir la calidad vital exige una medida sencillísima. La felicidad. Una persona feliz es la que vive una vida plena. Y sobre esto podría escribir durante meses y se ha escrito casi todo; baste decir lo obvio para cualquiera que haya vivido un poco: felicidad y placer no son lo mismo. Véase el artículo de S Mc.Coy sobre los beneficios para la sociedad y las personas de la crisis económica que vivimos. Es impresionante, pero necesitamos un poco de frugalidad y de austeridad. Dejaremos de mirarnos el ombligo.
Está claro que el recorrido lo elegimos nosotros. Ante la frase típica "las vueltas que da la vida...", la abuela brasileña de un conocido replicaba: "NO. LAS VUELTAS QUE DAMOS NOSOTROS...". Márcate un rumbo y síguelo. Que seas ambicioso, divertido y que te haga crecer, que deje mucho sitio para los demás y poco para ti, así no te crecerá mucho el ego...
Cada uno decide qué subir a su tren o dejar en el andén. Por eso la vida es una cuestión de decisiones. Hoy le decía a dos amigos que he decidido vivir más de lechuga en el vegetariano que de jamón en el sandwich. Ellos lo han entendido. Es una decisión propia y disfrutaré o sufriré sus consecuencias. En los cursos de escribir guiones, me dicen mis amigos Pepito y Antonio, te enseñan que un personaje no es lo que dice, ni lo que piensa, sino simple y llanamente lo que hace. Yo ya sé lo que quiero ser y cómo. Hay gente que le cuesta años averiguarlo; otras nunca lo hacen; otras nunca se lo preguntan. Creo que una amiga lo ha descubierto en un viaje a Sudáfrica esta Navidad. Tengo curiosidad por ver qué me cuenta.
Mi amiga Sole me enseño que los psicólogos en Argentina (supongo que aquí también) te hacen a veces utilizar una técnica para verte, para observarte a ti mismo de la manera más objetiva. "Usá la camarita", te dicen para obligarte a hacer el ejercicio de observarte en tu día a día. ¡Qué gran ejercicio! Yo lo hago de vez en cuando. Y tú, ¿lo haces? ¿Te gusta lo que ves?
Una última reflexión: En los cursos de técnicas de comunicación se enseña que no se puede no comunicar. Que hasta el silencio dice algo. En la vida pasa lo mismo: hasta la indecisión es una decisión. Apúrate, no pierdas tu tren. (Por cierto, magnífica la versión del grupo murciano Superocho de este temazo de J. Luis Perales).
8 comentarios:
Me ha gustado tu entrada y envidio esa claridad y decisión que muestras en ella.
Pero desde otro lado te cuento, que hay gente que no es que pierda su tren (afortunadamente los trenes pasan continuamente), es que ni siquiera sabe cual es el suyo, aunque lleve media vida intentando descubrirlo. Y no te digo si además tiene que pensar que llevar consigo.
En cuanto a que la indecisión sea una decisión... yo lo veo más como una incapacidad, aunque espero sea de las transitorias.
En fin, enhorabuena por tener una mente privilegiada de las que asimilan y ponen en práctica estas ideas... y para los que van a terminar locos de dar vueltas como yo...ánimo, en una de esas encontramos el tren, el camino y hasta la maleta hecha ;-)
Una visión vitalista de la vida, la cual por diversas circunstancias comparto.
Deberías escribir más sobre esas ideas.
Cuando te hice la foto de marras en Torino
http://tinyurl.com/8mwyoh
sabía que terminarías reflexionando acertadamente :-)
Creo que la música nos enseña contínuamente el método ("My way", "It´s in the way that you use it", "Are you gonna go my way?"...).
Nosotros nos trazamos nuestro camino y no trazarlo tb es una forma de decidir el rumbo. Los viajes no se disfrutan al llegar al destino, sino desde el mismo momento en que decides emprenderlo. O desde que decides que quieres hacer el viaje.
A unos les gusta ver pasar el tren, a otros coger uno, a otros coger varios, a otros ir cambiando de vagón, a otros llevar la locomotora...
En cualquier caso, y citando a los clásicos (Yoda) "hazo o no lo hagas, pero no lo intentes".
Un blog muy interesante y atractivo para leer.
Hola Madog: te agradezco mucho tu comentario pero estoy en desacuerdo. No tengo una mente privilegiada: tengo suerte de haber cometido muchos errores muy deprisa (es por vivir acelerado) lo que me ha permitido aprender algunas cosas. El resto es ponerle actitud positiva al tema, algo que me han enseñado en mi casa siempre. Los trenes vienen y van. A mí se me han pasado algunos cuantos, el tema es mirar más hacia el lado de la estación por el que vienen, no hacia el lado por el que se van :o)
ya verás que vienen muuuchos
Nostromo querido. Menos samba y mais trabalhar. ¿Cúando nos vemos? se te extraña
Infinitamente querido Kounselord:
Y sabes que a veces también lo intentamos pero es que ellas no se dejan. jajajajaaaaaa
Seguiremos hablando mucho de esto. Seguro.
Javier: gracias por tu elogio. Pero no te precipites, soy capaz de escribir (ya lo he hecho) cosas mucho peores... espero seguir leyéndote por aquí
Publicar un comentario