30 abril 2009

Momó

Momó seguía al anciano árabe como un autómata, sin saber realmente porqué. Desde que lo conociera se había tratado de acercar a él y finalmente lo había seguido, o más bien acompañado en su viaje hacia el final de la vida convertido ya legalmente en su hijo. 

Curiosamente fue durante ese mismo viaje que empezara a seguirle aquel chaval de pueblo, mucho más joven que él y aparentemente fascinado por Momó. Como más tarde se le acercaría otro en la tienda como él había hecho años atrás con el árabe.

En realidad, todos necesitamos seguir a alguien. Y muchas veces necesitamos seguir a alguien mucho más que lo que necesitamos tener un motivo para hacerlo.

1 comentario:

Antonio Rentero dijo...

Seguir, que te sigan... creo que viajes tan importantes como el de la vida nunca deberían ser solitarios, y como mínimo ir acompañado.