Se me ha acercado en el lavadero de la gasolinera. Yo de traje, sacándole lustre a una moto más cara de lo que tiene sentido pagar por un coche. Él, con una mochila al hombro y una camiseta muy trabajada de una empresa de estructuras de obra, delgado y negro, muy negro. Ahora los llamamos subsaharianos.
Acercarse le ha costado a él más que a mí decirle que no, que no tenía dinero para darle. El piloto automático funciona fácil. "¿Y si le hubiera dado 3 ó 5 euros, qué? Dentro de unos días estará igual" he pensado para consolarme, aunque seguramente con bastante razón. No le he preguntado, tendría que haberlo hecho. De dónde había venido, por qué pedía, si había tenido trabajo hasta ahora, qué iba a hacer si no encontraba trabajo. Pero la historia ya me la sé, porque seguro que es igual que la de muchos a los que la crisis va a dejar sin financiación para el mendrugo de pan y el techo.
Si me lo encuentro detrás de una navaja, se me va a hacer muy cuesta arriba pensar que yo soy la única víctima en la escena. Los que me conocéis sabéis que no soy muy proclive a pensar así, pero este trabajador obligado a mendigar o algo peor es desde ya, desde hace tiempo, una víctima. Desde que le legalizaron, desde que le ayudaron a entrar en "el paraíso". Viva Europa...
Y ¿Ahora qué, Señor Caldera?, ¿Ahora qué?
3 comentarios:
jo, tengo los pelos de punta, pq aunque esta idea habia rondado mi cabeza hace pocos días... ya va volviendo a aparecer por mi cabeza, y es que a partir de ahora, esto es lo que vamos a ver. Estos trabajadores que hasta hace pocos meses, yo les veía esperar en la gasolinera del rollo, al lado de mi casa, esperando que les fueran a recoger para trabajar su jornada, siempre que tuvieran la suerte de que ese día, le escogieran a él. ¿y ahora que? ya es q ni siquiera les van a recoger...
Esto se veía venir... pero bueno, son ciclos, y ahora hay crisis, y dentro de un tiempo, espero que sea poco, volverán a estar las cosas más ordenadas...
Espeluznante. Triste y lamentablemente estos son los lodos que trajeron aquellos polvos.
Lo peor es que los ecos del efecto llamada siguen trayendo a nuestras costas a diario a quienes se juegan la vida por un sueño, el sueño de poder ganar lo que su esfuerzo les recompense.
Y la fiesta acaba de empezar.
La verdad, es que mucho no podías hacer.
Supongo que tomar conciencia no le soluciona nada, pero hacer pensar ya es un paso.
B x C
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